POLIMENILANDIA


Ante todo, bienvenidos, todas y todos.


Este es un jardín de buenos momentos, un archivo tal vez arbitrario del trabajo diario en los medios de comunicación.


No está todo: apenas piezas --notas, conversaciones, entrevistas, programas--- del rompecabezas que se va armando en el día a día.


Que lo disfruten.













miércoles, 9 de enero de 2013

Postales de Kirchnerlandia




Postales de Kirchnerlandia


Por Carlos Polimeni. Miradas al Sur. Año 3. Edición número 148. Domingo 20 de marzo de 2011







• 1. Un muchacho de aspecto humilde aprieta contra su pecho una foto muy vieja, de esas en blanco y negro que luego los artistas coloreaban. En ella, Juan Domingo Perón y Evita posan para la eternidad. El viento sopla y sopla en Río Gallegos, en esta tarde en que parece increíble que aún sea verano. Ahora el muchacho mira la foto, que alguien alguna vez planchó, procurando borrarle las arrugas del tiempo, y la besa. Una, dos, tres veces. Después le busca un lugar entre las cartas, estandartes y banderas que arman un corralito en torno de la bóveda familiar en que descansan los restos de Néstor Kirchner. La acomoda con delicadeza, y la mira un rato, nervioso pero satisfecho, como si estuviera en un momento clave de su vida o cumpliendo con una promesa religiosa. Ahora se persigna y se va, apurando sus pasos cortos. Nadie le presta demasiada atención: el mundo gira su rutina de un miércoles por la tarde en el Sur profundo, acá donde el Diablo perdió el poncho y las floristas cerraron ya todos los puestos. El muchacho camina treinta metros, sale del cementerio y pasa otra vez frente a la tumba del ex presidente. Del otro lado del alambrado se para otra vez y llora suavemente, con pequeñas convulsiones. El policía que custodia el lugar ni se molesta en mirarlo: los pobres son invisibles cuando lloran sus penas. 

• 2. En el bar de la ex Avenida Presidente Roca, donde Lupín tomaba café y discutía de política con los amigos y aliados, hay una sola copa en existencia para quienes intenten menguar el frío de la noche en el sur de todo tomando un cogñac. Si toman dos personas, una deberá hacerlo en un vaso de agua. El dueño anterior se suicidó colgándose de una viga en mitad del salón. Al lado, está el restaurante británico que hasta 1982 lucía orgulloso una foto de Su Majestad. Enfrente, en el café de la esquina, paran los radicales. A veces, se arma la gorda. Pueblo chico infierno grande, como en todas partes. Desde el 29 de octubre, por decisión de los militantes y desde un poco después por trabajosa decisión del municipio, hoy a cargo de un radical, la avenida se llama Presidente Néstor Carlos Kirchner. El gobernador Daniel Peralta, que tiene sus propios problemas, cuenta que es todo un tema intentar frenar los homenajes que a lo largo de la provincia los municipios pretenden hacerle al santacruceño más famoso de todos los tiempos. Explicarle a cada uno que la familia no está de acuerdo. Es difícil hablarles de lo malo que resulta para la intelligentzia nacional el culto a la personalidad a los militantes que en la inmensidad patagónica intentan demostrar que ellos también extrañan a ese pingüino loco que ignoraba los protocolos. En la comodidad de sus escritorios, los escribas y voceros del poder económico, de los medios oligopólicos, lucen sus plumas hablando de megalomanía y excesos, aparentes dueños de todas las razones intelectuales. Están seguros de lo que dicen, como profesores universitarios que hace décadas desparraman sus conocimientos imperecederos. Pero les falta calle, les falta país real, les falta barro en los zapatos. Y les falta verdad. El pensador José Pablo Feinmann lo dijo bien, hablando de un reportaje acusatorio a Horacio González en un programa de TN: como no tienen pensadores ni ensayistas… tienen periodistas. El colmo es que muchos de ellos fabrican información cuando no la tienen. 

• 3. El cineasta Israel Adrián Caetano está iniciando la realización de una película documental sobre la figura de Néstor Kirchner (por eso pasamos en equipo la semana pasada en Santa Cruz). Un día, hace ya un lustro, Adrián estaba invitado a la Casa Rosada para entrevistarse con Néstor, en la etapa del estreno de su película Crónica de una fuga, y se arrepintió a último momento, de puro tímido, por lo que hizo seguir de largo al taxi que lo llevaba hasta la Casa Rosada. De familia de anarquistas, tupamaros y comunistas, nunca ha querido saber nada con el poder político, ni con la política como una escalera al poder. No tiene televisión en su casa, ni ropa elegante para las conferencias de prensa. Pero tiene un punto de vista sobre la vida, y por eso pudo hacer programas de televisión como Tumberos, Disputas o Lo que el tiempo nos dejó o películas como Un oso rojo, Pizza, barro, faso, Bolivia y Francia. Cuando empezamos a pensar en la historia que contará el largometraje, con Ricardo Foster nos entusiasmamos con la idea del hombre que caminaba contra el viento, desafiándolo, cuando en la Argentina todo parecía por hacer, para no perder la costumbre. El día en que Caetano se incorporó al grupo de trabajo, nos colgamos hablando de los pingüinos, y sobre todo de la historia de un pingüino loco, que va hacia donde nadie espera. Ese día también se incorporó al equipo Florencia Kirchner, puras ganas de colaborar con documentos de todo tipo sobre un padre que en la intimidad leía “El llanero solitario” y a veces se quedaba de madrugada mirando la repetición de un programa de chimentos del espectáculo. Los productores, Fernando Chino Navarro y Jorge El Topo Devoto, escucharon con respeto ideas, opiniones y puntos de vista, en un trabajo en que la mayor parte de las veces la democracia no existe. Por como es, Caetano no puede creer la cantidad de huevadas que algunos medios publicaron luego sobre una película que todavía no existe. Así es la vida, a veces: si por cada información inventada pero publicada como cierta hubiera que pagar impuestos, algunos columnistas y editores serían pobres, pobrísimos. Más que pena, causan espanto. Pero con esta harina hay que hacer el pan, así es la vida. 

• 4. En esa foto que está ahí, que pertenece a su vida privada, Kirchner está jugando como un niño, en Disneylandia, fuera de cualquier protocolo. Así vivió: fuera de cualquier protocolo, con el entusiasmo de un niño. No fue fácil –¿para quién lo es?– pero fue leal a sus ideales y reclamó lealtades ideológicas. Como se sabe, no siempre las obtuvo. Aquí, al sur de todo, en Kirchnerlandia, empezó a caminar contra el viento, como el pingüino loco de aquel documental de National Geographic. No le importaron demasiado los molinos de viento, y vaya si los hubo, y los sigue habiendo. Hacerle justicia a las dimensiones históricas de su figura, cuando aún resuena el eco de su voz, no es una tarea fácil. Pero basta mirar la pequeñez ética de sus enemigos para encontrar la punta conductora al hilo de cualquier relato. Si la historia la escriben los que mienten, eso quiere decir que hay otra historia.

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